El Lema Templario: "Non nobis, Domine" – La Espada contra el Ego
En las oscuras y profundas sendas de la historia, el lema templario "Non nobis, Domine" ha resplandecido como una antorcha de humildad y renuncia. "No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria" es una invocación sagrada que no se limita a un simple acto de devoción; es una declaración existencial, una profunda rendición ante lo divino. Este lema, extraído del Salmo 115:1, ha marcado a lo largo de los siglos la esencia misma de lo que significa ser un caballero templario: renunciar al ego, a la gloria terrenal, y entregarse a una causa mayor. Pero, más allá de su significado histórico y espiritual, nos invita a reflexionar sobre una lucha interna que, aunque olvidada por muchos, sigue siendo la verdadera batalla de la vida: la lucha contra el ego.
La espada que corta el ego
En la vía caballeresca, el camino del caballero templario no es solo uno de fuerza física ni de batallas externas. No es la lucha contra enemigos visibles, sino una guerra mucho más sutil: la guerra contra la oscuridad externa e interna... pero especialmente, la lucha en domeñar el ego. La espada del caballero, entonces, no es solo un instrumento de guerra, sino un símbolo de la claridad y el discernimiento espiritual, capaz de cortar las ataduras de la arrogancia, la vanidad y el orgullo. La verdadera batalla se libra en el interior, en el campo de la conciencia, donde el ego se disfraza de múltiples formas para mantenernos esclavizados a nuestros deseos personales.
La espada del caballero templarios es una extensión de su alma, una manifestación de la voluntad divina que se enfrenta al dragón de las pasiones y las ilusiones. La tradición templaria, alimentada por la Philosophia Peremne, nos enseña que para avanzar en el camino hacia la iluminación, debemos cortar los lazos que nos atan a nuestra individualidad egoísta. Solo así podemos caminar hacia la verdad, dejando atrás las sombras de la ilusión que el ego proyecta sobre nosotros.
El ego y la gnosis cabalística
En la Cábala, esta lucha se ve reflejada en la sefirah de Keter, que representa la voluntad pura de Dios, sin contaminar por el ego humano. Para los cabalistas, el proceso de alcanzar la unión con lo divino requiere precisamente esta humildad radical: un desprendimiento total del ego y de la identidad individual. Solo cuando el individuo renuncia a su necesidad de gloria personal, puede convertirse en un vehículo puro para la luz divina.
El ego, según los cabalistas, no es solo un obstáculo físico o emocional, sino una construcción ilusoria de la mente humana que nos separa de nuestra verdadera naturaleza. El Tzadik, el justo, es aquel que ha alcanzado la maestría espiritual, quien ha logrado vencer al ego y ha hecho de su vida un reflejo de la luz cósmica. "Non nobis" es la renuncia a la gloria terrenal, un acto de aniquilación del ego para permitir que el alma se eleve hacia lo eterno.
Borges y la espiral del ego
Si nos permitimos un breve desvío por los laberintos borgeanos, podemos ver cómo el ego y la búsqueda del conocimiento absoluto juegan un papel crucial en la obra del maestro argentino. Borges, con su maestría literaria, nos mostró en "El Aleph", en "Ficciones" y en "El libro de los seres imaginarios", que la lucha contra el ego es en realidad la lucha contra el deseo de omnisciencia, contra la ilusión de controlar el universo con la mente. En sus textos, el conocimiento es una espada de doble filo, y el deseo de poseerlo todo es, en su núcleo, una trampa. Esta búsqueda obsesiva de conocimiento, como el ansia de poder, es una manifestación del ego que impide la verdadera liberación.
Al igual que el caballero templario debe cortar con su espada el ego que lo aleja de su destino divino, Borges nos advierte sobre el peligro de perderse en los laberintos de la mente, en las infinitas posibilidades de los mundos posibles. El ego, como el laberinto, es un espejismo, un ciclo sin fin. Solo cuando nos desprendemos de él, podemos hallar la verdadera salida, la verdadera luz.
La espada de la humildad y la senda del caballero
El caballero templario, entonces, no es solo un guerrero en el campo de batalla, sino un iniciado en una senda de profunda trascendencia. La espada templaria, más allá de su filo físico, es una herramienta espiritual que corta las cadenas que nos atan a la ilusión de la separación y el ego. Esta es la verdadera "guerra santa", la guerra contra el yo pequeño, el ego que se cree separado de todo lo demás, el ego que se rehúsa a rendirse ante la sabiduría infinita.
"Non nobis" es un recordatorio de que la verdadera gloria no reside en lo mundano, en la victoria material, sino en la entrega total al servicio de lo divino. La espada templaria, que simboliza tanto la lucha externa como la interna, es el instrumento de la trascendencia, el medio por el cual los caballeros templarios, al igual que los cabalistas y los místicos, buscan cortar las cadenas que los atan a la tierra y ascender hacia los reinos de la luz.
La humildad en el Sufismo y el Budismo
En el Sufismo, la lucha contra el ego es esencial. Los sufíes enseñan que el ego es el mayor obstáculo para experimentar la unión con lo divino. A través de la práctica del dhikr (el recuerdo constante de Dios) y la meditación, los sufíes buscan transcender su identidad personal y fundirse en la esencia divina. Esta disolución del ego es vista como un proceso sagrado, necesario para alcanzar el estado de unión con el Todo, lo que los sufíes llaman Fana. El ego, en este contexto, es una ilusión que separa al alma del amor divino. La verdadera humildad sufí no es solo una cuestión de modestia externa, sino una humildad interna, que permite la disolución del ser separado y la fusión con lo infinito.
Por su parte, el Budismo también pone énfasis en la lucha contra el ego a través de la práctica del Noble Camino Óctuple y la meditación profunda. En el Budismo, el ego se ve como una ilusión del yo que nos mantiene atrapados en el sufrimiento. El Buddha enseñó que el apego al ego es la causa de todos los males y sufrimientos. La renuncia al ego es, por lo tanto, una parte integral de la vía hacia la iluminación. El Nirvana se alcanza solo cuando el ego y los deseos se disuelven, cuando el ser individual es trascendido y uno se convierte en parte de la unidad universal. En este camino, la humildad es esencial, ya que solo en la humildad se puede reconocer la interconexión de todos los seres y la naturaleza ilusoria del yo.
La lucha del guerrero con su ego en el Bhagavad Gita
El Bhagavad Gita, uno de los textos más profundos y espirituales de la tradición hindú, ofrece una visión extraordinaria sobre la lucha interna del ser humano, particularmente en lo que respecta a la lucha contra el ego. En este texto, el guerrero Arjuna, ante el dilema moral de luchar contra sus propios familiares y maestros en la guerra de Kurukshetra, recibe la sabiduría directa de Krishna, quien es la encarnación del divino.
La lucha contra el ego en el Bhagavad Gita
En el Bhagavad Gita, el ego se refiere a la identidad falsa que nos ata a lo mundano, a los deseos personales y a la identificación con el cuerpo y la mente. A lo largo del texto, Krishna le enseña a Arjuna que la verdadera lucha no es contra los enemigos externos, sino contra los deseos egoicos y el apego al yo individual. Esta es una lucha espiritual, un proceso de auto-desidentificación con lo transitorio para identificarte con lo eterno.
En el capítulo 2, verso 47, Krishna le dice a Arjuna:
"Tu derecho está en el trabajo, pero nunca en sus frutos. Nunca consideres los frutos de tus acciones como el objetivo, ni te atraigas al inacción."
Este verso habla de la importancia de realizar el deber (dharma) sin apego a los resultados, una enseñanza clave para vencer el ego. El ego, alimentado por el deseo de reconocimiento y éxito, se desvanece cuando uno actúa de manera desinteresada, sin la expectativa de recompensa. Aquí Krishna enseña que la verdadera acción del guerrero es desapegada, realizada con integridad y devoción, sin dejarse dominar por el ego personal.
En el capítulo 4, verso 27, Krishna profundiza más en el proceso de renunciar al ego:
"Cuando una persona actúa con la mente controlada por el ego, cree que es ella quien realiza las acciones. Pero en realidad, es el ser divino el que actúa a través de ella."
Este verso nos recuerda que el ego nos hace sentir que somos los protagonistas de nuestras acciones, pero el verdadero ser es el que guía nuestras acciones. Vencer el ego significa entender que somos instrumentos del divino y que, cuando actuamos con pureza y devoción, las acciones dejan de ser de la mente personal y pasan a ser actos de servicio divino.
El desapego y la renuncia al ego
La clave para superar el ego en el Bhagavad Gita es la acción sin apego y la renuncia al deseo personal. Krishna le enseña a Arjuna que, al actuar de acuerdo con el dharma, sin buscar la gloria o los resultados personales, uno se libera del yugo del ego. Es un proceso de transformación, de ver el mundo y las acciones como medios para el crecimiento espiritual, en lugar de como una oportunidad para alimentar los deseos del ego.
El Jnana Yoga (yoga del conocimiento) y la lucha contra el ego
El Jnana Yoga, que es uno de los caminos hacia la liberación descritos en el Bhagavad Gita, está íntimamente relacionado con la lucha contra el ego. A través de la sabiduría espiritual, uno puede entender que el ego es una ilusión y que nuestra verdadera naturaleza es el Atman, el alma eterna, que está conectada con el divino. El conocimiento de esta verdad disuelve el ego y nos permite ver el mundo sin las distorsiones del deseo personal.
En conclusión: El legado de la espada y la humildad
El caballero templario, guiado por el principio de "Non nobis, Domine", es un ser que ha comprendido que su vida no le pertenece. Su misión es mucho más grande que cualquier gloria personal; su misión es ser un canal de la divinidad, una manifestación de la voluntad divina. La espada que empuña no es solo una espada de guerra, sino una espada espiritual que corta las cadenas que nos atan a la ilusión del ego y lo convierte en un vehículo de luz y sabiduría.
Así, la verdadera vía caballeresca es la de la humildad y la renuncia, un camino lleno de sacrificios, pero también de profundas recompensas espirituales. Y en el eco de aquel antiguo lema templario resuena la invitación a todos aquellos que buscan la verdad: "No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da gloria". Que la espada que cortó el ego en el pasado siga cortando las sombras del mundo y nos conduzca, con cada paso, hacia la luz eterna.
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